Flamenco a lo grande, con María Terremoto

María demostró que la juventud de su carne no es obstáculo para que en su voz resuenen los ecos de los viejos cantaores.

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El concierto

Desde el balcón al Mar del Rincón de la Victoria, que bien sabe lidiar con el embate de las olas, emergió el pasado 20 de mayo de 2023 la figura de María Terremoto, faro flamenco en la noche, puntal de un encuentro enmarcado en la Bienal de Arte Flamenco de Málaga.

La actuación

Comenzó su periplo sonoro con un martinete, vieja voz de la fragua y el metal, y uno pudo sentirse fragua y yunque bajo el martillo de su cante, tan cargado de resonancias que parecía traernos los mismos ecos que hace tres mil años despertaran los fenicios en estas tierras.

Luego vinieron una caña y unos cantes de levante, palos que requieren de un alma vieja para ser entendidos, y María demostró que la juventud de su carne no es obstáculo para que en su voz resuenen los ecos de los viejos cantaores. Su caña fue un río en plena crecida, desbordando los márgenes de la emoción, y su levante, el susurro del aire antes de la tormenta, nos puso la carne de gallina y el corazón en un puño.

Las alegrías y los tangos, esos nuevos ecos, llegaron con la fuerza y calidez del terral del verano. María navegó por ellos como pez en el agua, demostrando que en sus venas corre la misma sal que dio origen al Flamenco, y su voz fue una red de pesca que arrastraba a todos hacia la profundidad de su sentir.

Llegados al puerto de la libertad, con la guitarra de Jerez, María nos demostró que no hay barreras para el arte. Su ‘Me muero’, ‘Cambalache’ y ‘Te he de querer mientras viva’ fueron una declaración de intenciones, fuera del Flamenco. Su voz, llanto tras llanto, fue un canto a la libertad y a la vida, y todos nos dejamos llevar por su marea.

Finalmente, en Jerez, bajo el estandarte de las bulerías, María Terremoto plantó su bandera. Fue como si toda la historia de polo del Flamenco se condensara en su cante, en su compás, en su duende. Cada nota era un boquerón saltando de alegría, cada palabra un espejo de la vida en la calle.

Fue, en definitiva, una noche en la que María Terremoto nos mostró que, cuando el Flamenco es pellizco y quejío, pero también amor y libertad, no hay mares que no pueda navegar.»

Y con esto, os dejo, queridos lectores, con el recuerdo de esa noche de mayo en el Rincón de la Victoria, y con la promesa de que, mientras haya artistas como María Terremoto, el Flamenco seguirá siendo faro y puerto seguro en las aguas de la música. Aquí seguiré, en mi atalaya, vigilante, a la espera de nuevas mareas que traigan nuevos sonidos. Porque, al final, el Arte, el verdadero Arte, es eso: un constante ir y venir de olas en el mar de la creación.

Ficha artística

Cante: María Terremoto
Guitarra: Nono Jero
Piano: Alejandro Cruz
Compás: Juan Diego Valencia
Compás: Manuel Cantarote
Percusión: Paco Vega
Dirección: Hugo Pérez
Vestuario: Pilar Rubio
Diseño de sonido: Alan Gil Ruiz
Diseño de iluminación: Marcos Serna

Enrique de El Perchel

Flamencología.org