El concurso de Cantes de Málaga
Ahí donde se ve, el pasado domingo 21 de mayo, se derramó en nuestra bendita tierra malagueña el Concurso de Cantes de Málaga y de Influencia Malagueña. Esta vez bajo el arrullo de la Bienal de Arte Flamenco de Málaga. La Peña Flamenca Juan Breva, que lleva perpetuando el Flamenco desde 1962 en lo que se refiere a este concurso, nos lo trajo de vuelta, y se notó que el pellizco de los viejos tiempos se había quedado en el pasado. Se buscaba potenciar los cantes de nuestra tierra y no, queridos, no fue tarea lograda. Más info sobre los premios aquí.
Los participantes
La primera que se subió al tablao fue Paqui Corpas, que venía con la guitarra de José Satorre, un maestro de las seis cuerdas. Corpas, malagueña de pro, se nos hizo con malagueña y rondeña, y luego con fandangos de Rafael Rivas, de Pérez de Guzmán y del Niño de Cabra. También se lanzó con una caña y remató con tangos de La Repompa. La única propuesta salvable de la noche. Merecía algo más de premio, pero ya se sabe, los jurados tienen su aquel.
Luego, saltó a la palestra María Rosa Navarro «La Divi», con la guitarra de Ismael Rueda. Nos hizo una malagueña de Juan Breva y un jabegote, y luego con un fandango de Pérez de Guzmán. Siguió con una serrana y terminó con una soleá perchelera del El Chino. Se llevó el gato al agua y se hizo con el primer premio, pero podría haber sido cualquiera. El nivel este año ha estado más flojo que un vino peleón y, a decir verdad, echamos en falta a El Pibri en la final y a algunos de los puntales del Flamenco malagueño que, por no meter cizaña, no voy a nombrar.
Le siguió Jorge Vilchez, con la guitarra de Javier Cabrera. Se marcó una caña y luego una malagueña de La Trini y un jabegote. Siguieron unos fandangos de La Rubia de las Perlas, de Pérez de Guzmán y de La Jimena de Coín, para terminar con una soleá perchelera de El Chino. Sin pena ni gloria, la verdad.
Cerró la velada Manuel Cuevas González, de Osuna. Nos cantó unos cantes de Juan Breva, un fandango del Cojo de Málaga y de Pérez de Guzmán. Luego interpretó una soleá perchelera de El Chino de Málaga y terminó con una serrana. Tiene garganta, pero a veces la abusa como si fuera un espeto de sardinas. Fue una actuación aceptable, pero sin la chispa que se espera de un concurso de estas características.
Conclusión e implosión
Al final, uno se queda con la sensación de que faltó algo de sal en la paella, de que algunos artistas de primer nivel deberían haber sido invitados y de que el fallo del jurado este año ha estado más desacertado que un maragato en una peña flamenca. Quizá, el entrar dentro del paraguas de la bienal tuvo sus menos en vez de sus más. Esperemos que el próximo año la cosa mejore y podamos disfrutar del buen Arte, del buen Flamenco.
María de la Alquería
Flamencología.org